Cuando entras en una tienda de televisores, pongamos por ejemplo una popular tienda online, el primer baremo que tenemos en cuenta para nuestra compra es el tamaño de la pantalla. Cuanto más grande, mejor. En Amazon, por ejemplo, la lista empieza por televisores de hasta 29 pulgadas y de ahí va subiendo en tramos hasta 70 pulgadas o más. Vamos, que en cuestión de televisores el tamaño importa.
Pero, curiosamente, encontramos todo lo contrario si buscamos televisores portátiles, la antítesis del televisor de toda la vida. Desde sus inicios, el televisor fue un electrodoméstico casero, para colocar en un rincón de la casa. Y poco a poco fue ganándose el favor del público y ganando un puesto principal en salones y comedores de todo el mundo. Con el tiempo, las familias que podían permitírselo hicieron con la televisión lo mismo que con los aparatos de radio: comprar un segundo y hasta un tercero para colocar en el dormitorio o en la cocina.
Y mientras, por un lado, los televisores aumentaban su tamaño, ingenieros de todo el mundo se dedicaron a lo contrario, a reducir la pantalla para conseguir televisores portátiles, ideales para viajar o para usar en la comodidad de la cama. Sin embargo, agrandar los televisores era una cosa y reducir su tamaño, algo muy distinto. La clave estaba en reducir el número y tamaño de transistores, diodos y demás elementos que hacen posible convertir la señal recibida en imagen. El límite de la miniaturización de los televisores llegó hasta el punto de lograr toda una gama de televisores de bolsillo.
El primer televisor portátil
La historia de los televisores es bastante curiosa. Mientras que los primeros televisores eran más que nada una caja enorme que albergaba una pequeña pantalla, su evolución logró reducir el tamaño de esa caja y aumentar el de la pantalla. Con el tiempo, la pantalla fue el elemento más visible. En 1938 era de 19 pulgadas. En 1955 se alcanzaron las 21 pulgadas. Y en 1989 ya podíamos encontrar televisores de 43 pulgadas. En la actualidad, la caja como tal es apenas discernible y contamos con grandísimas pantallas de poco grosor. Pero vayamos paso a paso.
La historia destaca el televisor japonés Sony TV8-301 de 1959, y puesto a la venta en 1960, como el primer televisor de transistores y portátil. Su pantalla era de 8 pulgadas, en blanco y negro y podía funcionar conectada a la corriente eléctrica o empleando dos pilas internas de 6 voltios. Las que muchos hemos usado de niños en walkie-talkies de juguete o en linternas de ciertas dimensiones.
Precisamente, la principal razón por la que Sony, y más adelante otros muchos, lograron miniaturizar los televisores hasta lograr modelos portátiles, fue gracias a la introducción de los transistores como sustitución del tubo de vacío. La introducción de los transistores ayudó a reducir el tamaño de los televisores, antes limitados por los tubos de vacío, en especial por los tubos de rayos catódicos, que durante décadas dieron a los televisores su forma tan característica.
Volviendo al Sony TV8-301. Por fuera seguramente te recuerde al Pip-Boy de la saga Fallout. Sus medidas eran 20’3 centímetros por 17’8 y 22’9. En su interior, 23 transistores y 18 diodos. En cuanto a su peso, 5’9 kilogramos. La mala noticia es que, como todo pionero, no terminó de ir del todo bien. Se puso a la venta en 1960 pero dejó de venderse en 1962 debido a sus constantes fallos y alto precio. La buena noticia es que se había logrado miniaturizar el televisor, y esto no se iba a quedar ahí. La década de los 60 del siglo pasado está marcada por distintas aproximaciones al televisor portátil y, más allá, al televisor de bolsillo.
Los primeros televisores de bolsillo
El medio especializado en tecnología e innovación Popular Mechanics se hacía eco en febrero de 1966 de un televisor portátil y a todo color. Lo más innovador, por si todo lo anterior parecía poco, era su pantalla plana. “Puedes verla desde ambos lados”, rezaba el artículo, a diferencia de las pantallas curvas de toda la vida que hemos seguido teniendo en casa hasta hace un par de décadas.
Los responsables de este televisor de bolsillo a todo color eran los estadounidenses Intertel Corporation. La pantalla empleada dos tubos, un en blanco y negro y todo a color. Con seis pulgadas de tamaño, se podía ampliar a 9 o 10 pulgadas empleando un chasis adicional. En cuan to a su precio, rondaba entre 150 y 200 dólares, integraba una antena que podías alargar, una asa para transportarla y funcionaba a pilas.
Sin embargo, si se trata de televisores de bolsillo, ese mismo 1966 nos topamos con un televisor de bolsillo de Motorola, un prototipo que no llegó a hacerse realidad. Su tamaño era similar al de una pila de petaca. El auricular conectado a este televisor hacía las veces de antena, constaba de 29 transistores, funcionaba con cuatro pilas y consumía tan sólo 1’5 vatios. Su peso, apenas 340 gramos. Y la pantalla, 1-1/8 de pulgada. Desarrollarlo costaría unos 15.000 dólares de la época. Sin embargo, su inventor falleció antes de convencer a Motorola de su fabricación en masa.
Los televisores de bolsillo en los años 70
Hasta ahora hemos visto ideas, prototipos y propuestas de televisores de bolsillo. Pero no es hasta principios de los años 70 que nos encontramos con el primer televisor de bolsillo que se produjo en masa. Su nombre, National Panasonic TR-001, se puso a la venta en 1970. Pesaba sólo 890 gramos y su pantalla era de casi 1’4 pulgadas, unos 35 milímetros de diámetro en diagonal.
Su aspecto recuerda más a una cámara de vídeo de mano que a un televisor. Contaba con su propia antena extensible opcional, ya que por defecto incorporaba un auricular que hacía de antena. Medía 6 x 11 x 19 centímetros y su batería le permitía funcionar durante 3 horas. La carga tardaba unas 10 horas.
Otro modelo de televisor de bolsillo a destacar es el Sinclair MTV-1. En un sector dominado por Japón, y a cierta distancia, por Estados Unidos, llama la atención este televisor inglés que se puso a la venta en 1978. Su pantalla de dos pulgadas era Telefunken, fabricante alemán de televisores. Funcionaba con cuatro baterías de Níquel Cadmio, medía 10 x 16 x 4 centímetros y pesaba 790 gramos. Llegó a venderse principalmente en Reino Unido y Estados Unidos. Entre sus peculiaridades, podía sintonizar señales PAL y NTSC.
Los años 80, la edad de oro
Los años 80 serán la mejor etapa de los televisores de bolsillo. El motivo principal, la introducción de las pantallas LCD, que permitían crear pantallas de grandes dimensiones pero también de reducido tamaño sin repercutir en el resto de componentes.
El resultado será toda una gama de televisores que recuerdan a radiocasetes por su aspecto externo. Y como principal responsable de es estos televisores de bolsillo destacará el fabricante japonés CASIO, con modelos icónicos como el CASIO TV-10 o el CASIO TV-1000.
El televisor de bolsillo CASIO TV-10 se puso a la venta en 1983. Su pantalla LCD lo convierte en el primero de su clase. Además, demuestra las bondades de esta tecnología emergente, que permite aprovechar gran parte de su tamaño con una pantalla de 6’7 centímetros en diagonal o 2’6 pulgadas. Su alimentación podía ser mediante corriente eléctrica o con 3 pilas AA. Podía recibir ondas VHF y UHF a través de su antena integrada extensible y pesaba 275 gramos.
Otro de los modelos icónicos de CASIO fue el CASIO TV-1000 de 1985. En esta ocasión, es el primer televisor de bolsillo con pantalla LCD a color. Como ocurría con el modelo anterior, funcionaba conectándolo directamente a la corriente o empleando 5 pilas AA. Sus dimensiones eran 16 x 8’3 x 3’6 centímetros, la pantalla LCD era de 2’5 pulgadas, tenía un sintonizador con OSD (On Screen Display) y pesaba 450 gramos. Por descontado, recibía señal VHF y UHF e integraba una antena extensible.
En 1987, CASIO lanzó dos modelos que parecen una réplica de juguete de un televisor real, pero que resultan ser un televisor de bolsillo. El CASIO TV-6100 y el CASIO TV-800 tienen forma de caja cúbica con una pantalla frontal, antena plegable y un pequeño pie para inclinar el televisor.
Pero no todo fue CASIO. La propia Sony destacó en 1982 con su Watchman, la versión televisiva del mítico Walkman, que el año pasado cumplió 40 años. Mientras que el Walkman servía para reproducir casetes, el Watchman era un televisor de bolsillo con pantalla LCD de escala de grises. Años después se actualizaría con un modelo a color. Aunque no tuvo la misma popularidad que su hermano mayor, el Watchman estuvo a la venta entre 1982 y 2000 con sucesivos modelos.
Los televisores de bolsillo son ya algo del pasado. Todavía podemos encontrar algún modelo de 4 pulgadas por ahí, pero los smartphones han terminado sustituyendo los televisores de bolsillo. Algo que ocurre también con los televisores de gran formato, que se utilizan cada vez más para ver contenido por internet en vez de sintonizar emisiones a través de la antena de toda la vida.
En el recuerdo, horas y horas viendo programas, series o películas en lugares inverosímiles donde no cabía un televisor de grandes dimensiones o donde no podías conectar el cable de la corriente. Los televisores de bolsillo fueron una rareza para algunos pero una alternativa para otros con la que ver la televisión en directo.
El artículo Televisores de bolsillo: en busca de las pantallas más pequeñas del mundo se publicó en Hipertextual.
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