Cuando The Vampire Diaries de The CW llegó a su final en la octava temporada en marzo de 2017, sus fervientes seguidores (que se cuentan todavía por millones) no han hecho otra cosa hasta el día de hoy que pedir por una novena entrega, cuatro años después ya es un hecho de que no sucederá. Los motivos son varios, pero hay uno en particular que esgrimen sus productores y que es indiscutible: La historia ya no daba para más.
Basada en una famosa saga de novelas sobre vampiros, la variada lista de inesperados giros dramáticos que para bien o para mal presentó The Vampire Diaries fue tal que provocó que el programa cayera en un oscuro descenso creativo, iniciando con la partida de su protagonista femenina Elena Gilbert (interpretada por Nina Dobrev) y continuando con lo que para muchos fans fueron malas decisiones creativas tomadas por sus productores.
Como todos recuerdan, la famosa serie siguió a Elena Gilbert en la ciudad ficticia de Mystic Falls y como su vida da vuelco cuando comienza un apasionado romance con el misterioso Stefan Salvatore (Paul Wesley) antes de descubrir que en realidad es un vampiro y luego comenzar una relación más intensa aún con su hermano Damon Salvatore (Ian Somerhalder).
La adaptación de la historia original de fantasía sobre el submundo de los vampiros, hechiceros y demás criaturas sobrenaturales fue todo un éxito entre el público, hasta que Elena desaparece de la historia en la sexta temporada y sus escritores se vieron obligados a ingeniar la forma de continuar la trama por dos temporadas más. Las consecuencias no fueron otras que índices de audiencia decrecientes, fatiga creativa y contratos del elenco que expiraban, todo lo cual finalmente llevó a que la serie terminara en la temporada 8.
Al respecto, una de sus creadores y productora ejecutiva, Julie Plec, explicó que cuando el programa estaba entrando en la temporada 8 y a pesar de que el futuro de The Vampire Diaries todavía estaba indeciso para The CW, vio claramente que la historia estaba llegando a una conclusión inevitable. La salida de Dobrev obligó al programa a centrarse en la tensa relación entre Damon y Stefan, lo que trajo consigo que la serie comenzara un descenso oscuro en el que los viejos rencores de los hermanos Salvatore se volvían repetitivos mientras luchaban contra los villanos.
Incluso un salto de tiempo de tres años no logró darle nueva vida a The Vampire Diaries, ya que la audiencia del final de la temporada 7 fue de 1.04 millones en comparación con los 1.44 millones de la temporada 6. Con el canon de la serie cada vez más complicado, The Vampire Diaries se quedó sin fuerza. El único consuelo es que gracias a su serie derivada Legacies algunos de sus personajes aún viven incluso si no aparecen en la pantalla.
Créditos: vader.news